La Villana es la única de las grandes fincas de La Coronada que no perteneció a la enorme Real Dehesa de la Serena, sino que se formó mediante la compra de numerosas y pequeñas parcelas por un solo propietario que las agrupó bajo una única linde. Esto fue llevado a cabo en la segunda mitad del s.XIX y principios del XX. Actualmente la finca está dividida entre diversos propietarios.
La casa principal presenta un proceso constructivo desordenado y confuso. La zona más noble se compone de un torreón de dos plantas de un amplio salón cada una, más un doblado. El resto de la zona residencial la completan dormitorios, cocinas, despensas, etc., todo en una sola planta con doblado; una pequeña zona se cubre con azotea. En diseminado inmediato se hallan instalaciones del agro y ganadería. Los materiales constructivos más abundantes son pizarra, tapial, ladrillo, cuarzo y teja curva. En su momento destacó la rejería de hierro, hoy inexistente. Las dependencias residenciales están en total ruina. Hace unos años algún visitante sorprendido por la antigua esplendidez escribió en sus muros: «Aquí vivió gente con pasta».
Especial importancia debió tener el jardín anexo, hoy abandonado. De él sorprenden su mucha extensión, su extraño diseño y la ubicación en un lugar con supuesta escasez de agua, si bien abundan pozos y estanques. De los numerosos árboles y arbustos ornamentales que sucesivamente tuvo destacan actualmente varias palmeras, que dan sombra a un estanque circular.
Decir por último que una parte de la finca se halla en jurisdicción de Villanueva de la Serena, cuya línea divisoria de términos atraviesa la casa. Los jardines están del lado coronel.