Históricamente el cerdo ha sido un animal fundamental para el sustento de la familias de nuestro pueblo y otras muchas de la España rural. En La Coronada, con economía de subsistencia durante largos períodos, el cebado del guarro se hizo imprescindible para la alimentación, especialmente tras la desamortización de las tierras públicas y de la Iglesia en el s. XIX, cuando casi la mitad de las familias no pudieron adquirir un palmo de tierra en propiedad. Fue entonces cuando se reforzó la «porcá de la villa», piara compuesta por el guarro de muchas de las familias, los cuales pastaban en nuestros ejidos bajo el cuidado del «porquero de la villa».
Por tales circunstancias, la cultura de la matanza familiar ha estado muy arraigada en La Coronada, y siempre vinculada, ¿cómo no?, a los días fríos y la lumbre, la zambomba y el almirez, la bota y el vino, las canciones folkóricas y las danzas…