Hace unos años un pequeño grupo de estudiosos de la historia coronela recorrimos el primer tramo del itinerario que siguió en 1639 la comitiva que amojonó el término municipal que meses antes había otorgado a La Coronada el rey Felipe IV, comitiva compuesta por el Alcalde Mayor del partido de La Serena, su Alférez Mayor, las autoridades de La Coronada, tres apeadores de edad avanzada (buenos conocedores de nuestro campo), dos azadoneros y un escribano. (Conviene aclarar que la superficie jurisdiccional cedida por el monarca era menor que la actual, pues aquella se acrecentaría posteriormente con una parte de los baldíos de la Comunidad de “Tierra de Magacela” (?), por cuyo motivo hubo un nuevo deslinde hecho en 1897 por nuestro Ayto. y los limítrofes, utilizando postes de granito).
Pues bien, dado que después de tantos años resultaba difícil reconocer el emplazamiento de muchos de los mojones de 1639, el grupo de estudiosos-exploradores fuimos provistos de diversos mapas y copia de las actas levantadas por el citado escribano. Empezamos por el primer mojón, que estimamos se correspondía con el punto de la carretera de Magacela donde se aparta el camino de la Setilla (ver foto dcha.). Y desde allí buscamos el segundo mojón “hacia el camino de La Haba, entre unas peñas”; y el tercero, “en el dicho camino donde dicen la Lobosilla”. O sea, íbamos siguiendo lo escrito en las actas: “…y pasando adelante se hizo otro mojón en el juncal que llaman del pozo de Orejudo (pozo que aún existe. Foto izq.), y luego xxxx otro mojón en el camino de Villanueva donde dicen la Piedra Hincada (mis lectores saben dónde estuvo y dónde está dicha piedra), y más adelante se hizo otro mojón a donde atraviesa la vereda de los Moros el camino del Zaire (llamado hoy de la Manzana)”.
Y hallándonos el grupo en dicho cruce de caminos, cerca del chozo de Antonio el Perrero, reflexionando sobre el hacer de aquellos azadoneros (obreros hábiles en el uso del azadón), se nos echó la noche encima y regresamos al pueblo.
[Mi agradecimiento a Maite de Córdoba, que me facilitó la documentación del deslinde de 1639, cuyos originales se encuentran, en el archivo de Simancas, Valladolid].
